Cuando leo esta pregunta…una
sonrisa inevitable escapa de mis labios. Ser maestra de infantil es…tantas
cosas. Puedes ser maestra porque tu camino se desvió de lo que originalmente
querías ser, por tradición en la familia o incluso por probar suerte en un
examen en el que había muchos huecos libres y entraste… (difícil en los tiempos
que corren). Pero también puedes ser maestra de corazón, maestra desde pequeña,
maestra en tus juegos, maestra en tus sueños, maestra en tus interminables
horas de estudio, maestra de vocación. Esta profesión debería reservarse con
preferencia para éste último grupo.
La respuesta que damos a esta
pregunta depende de las circunstancias de cada persona y del tiempo
transcurrido en nuestra trayectoria laboral docente. Ahora, en marzo de 2014,
para mí, ser maestra es sentirte satisfecha con los logros obtenidos y confiar
en las capacidades y posibilidades de cada uno de los niños y niñas que
atiendes en el día a día.
Es llegar a un cole y sentirte
todos los días la más guapa, la más lista, la más querida… por un grupo de
personas que te dan todo sin pedir nada a cambio. Faceta que envidiamos los
adultos. ¿En qué trabajo te piropean todos los días? ¿en qué trabajo se enfadan
por sentarse a tu lado? ¿en qué trabajo te recuerdan a menudo con besos y abrazos que te
quieren?en el de maestra
de educación infantil.
Ser maestra es olvidarte del
resto del mundo, incluso de ti, y concentrarte en los miles de problemas que
debes resolver en un tiempo mínimo (5 horas pueden pasar muy rápidas si estás a
gusto).
No hay un producto final
cuantificable, son niños, no son objetos. Niños que sienten, piensan, hablan, ríen,
lloran…Y hay que saber qué necesitan en cada momento y quienes necesitan unas
cosas y quienes otras.
En el día a día de las maestras
de corazón también hay momentos buenos y no tan buenos, a veces batallas perdidas,
otras veces ganadas…pero siempre sobresale lo positivo quedando en el olvido lo
negativo. Y es que para conseguir lo que se desea hay que luchar, caerse y
levantarse mil veces hasta que logres un poquito de aquello que te habías
propuesto. Importante: nunca, nunca, nunca…quedarse en el suelo.
Y al final unos saltan más alto,
otros escriben más seguros, otros ayudan a sus
compañeros… TODOS tienen un algo especial que los diferencia de otros. Como
bien decía M.ª Carmen Díez: “ellos
tienen esa oreja que les sirve para oír cosas que los adultos no se paran a
sentir”. Pues a fin de cuentas…no eres tú la que enseñas, si no la que
aprendes.
Ser maestra, para mí, en marzo de
2014, es el mejor trabajo del mundo, el más bonito y el más verdadero.